LAS HORAS II
Algo que nos
ayuda sobremanera a comprender esta excelente película y el libro en el que se
basa, es acercarnos brevemente a la biografía de Virginia Woolf.
Biografía de Virginia Woolf
Virginia Woolf nació en Londres el 25 de enero de 1882 en el seno de
una familia culta y aristocrática.
Su niñez fue bastante difícil,
primero perdió a su madre, luego murió su hermana Stella, y durante todos esos
años sufrió abusos sexuales por parte de sus hermanastros.
Cuando murió su padre, en 1905,
antes de que Virginia cumpliera los 23 años, la joven
escritora ya había tenido su primer intento de suicidio.
Sin embargo, siguió adelante y
continuó su vida dentro del mundo de la literatura. Así fue parte del
denominado “grupo de
Bloomsbury“, el que era frecuentado por escritores como Edward
Morgan Forster, el críticoRobert Fry y el economista John
Maynard Keynes. Allí, en el Grupo de Bloomsbury,
Virginia conoció a su esposo, Leonard Woolf. Junto a
él llevaron adelante la editorial Hogarth Press,
encargada de editar a personajes tan importantes como Katherine
Mansfield, T. S. Eliot o al mismo Sigmund Freud (vaya paradoja).
Para esa época, Virginia ya
hacía tiempo que publicaba críticas literarias en diferente periódicos de Londresy
habían ido apareciendo sus primeras novelas: Viaje de ida en 1915, y Noche
y día en 1919,
obras destinadas a romper con todos los esquemas, obras imaginativas y
suavemente revolucionarias (más que llenas de libertad, carentes de represión).
En ellas, como en sus
posteriores obras, la trama argumental no es ya el centro de la obra, sino que
el discurso narrativo, analítico pero exquisitamente sutil, pasan a ser el
elemento primordial.
La señora Dalloway en 1925 y Al faro en 1927, fueron obras ampliamente
elogiadas, que le valieron el reconocimiento unánime de su maestría técnica y
que la consagraron como escritora.
Orlando de 1928 es una peculiar novela sobre un
personaje que vive cuatro siglos y cambia de sexo a lo largo del tiempo. El
personajes está basado libremente en Vita Sackville-West,
amiga y amante de Virginia.
Los siguientes años marcan una
producción casi anual: Una habitación propia en 1929, Las olas en 1931,Tres guineas en 1938 y Entre
actos en 1941, en
las que se destaca, entre otras tantas cosas, el admirable uso de la prosa en
la técnica del monólogo interior.
Hay que aclarar que toda la
vida de Virginia Woolf estuvo marcada por el trastorno
psiquiátrico que padeció, enfermedad que hoy conocemos como Trastorno Bipolar y
que sumía a la escritora en hondas depresiones y luego en períodos maníacos.
En una de esas depresiones, Virginia
Woolf fue hasta
un río cercano a su casa, puso piedras en sus bolsillos y terminó con su vida
ahogándose.
Dejó una carta para su hermana
y otra para su querido esposo. A nosotros nos dejó sus obras.
Frases de la película Las Horas
Frases enviadas por Jos Velasco de la película estrenada en 2002, dirigida por Stephen Daldry, también conocida como The Hours.
Listada en: Drama
·
Siento con seguridad que me
volveré loca de nuevo.
·
"No creo que dos personas
puedan ser más felices de lo que fuimos nosotros."
·
Tu existencia en esta vida se la
debes a los doctores.
·
Creo que tengo la primera frase.
·
La señora Dalloway dijo que ella
misma compraría las flores.
·
Voy a hacer un pastel. Eso es lo
que haré.
·
"Toda la vida de una mujer
en un solo día. Sólo un día. Y en ese día toda su vida."
·
Había uno que era como una
medusa electrificada. Estaba cantando. Quizás en griego.
·
Gané el premio por tener sida,
no volverme loco por mostrarme valiente y poder sobrellevarlo.
·
"Oh, señora Dalloway,
siempre dando fiestas para cubrir el silencio."
·
Quería escribir acerca de
todo.Todo lo que pasa en un momento.
·
No importa lo que haya hecho
queda mucho por hacer. Compartir el maldito orgullo. Una estupidez.
·
Lo queremos todo, ¿no es así?
·
¿Te enojarías si muero?
·
Creo que me mantengo vivo para
complacerte.
·
Es lo que la gente hace. Se
mantienen vivos el uno al otro.
·
Sólo espera a que muera. Y
entonces tendrás que pensar en ti misma. ¿Cómo vas a superar eso?
·
No puedo ver nada más fácil que
un viaje a Londres.
·
Si pudiera pasear por las
mañanas sería un hombre feliz.
·
Ya sé que hay que engrasar el
molde, incluso mami lo sabe.
·
Le haremos un pastel para
demostrarle que lo queremos. —¿De otra forma no sabrá que lo queremos? —Así es.
·
¿Te encuentras bien?
·
Tal vez porque es confiada todos
piensan que está bien. Pero no lo está.
·
Tienes suerte. Creo que no
puedes llamarte mujer hasta que tienes un hijo.
·
"Toda mi vida he podido
hacer de todo, excepto lo que realmente quería."
·
También a los locos les gusta
ser extraños.
·
¿Qué pasa cuando morimos?
Volvemos al lugar de donde venimos. Parecemos pequeños. Pero en paz.
·
¿Hay algo más que desee, señora?
—No ser molestada.
·
¿Es posible morir? Es posible
morir.
·
"Ella tiene dos vidas.
Tiene la vida que está llevando y también la de los libros que está
escribiendo."
·
Adiós pequeña mujer.
·
Todos los fantasmas se están
juntando para la fiesta.
·
Me hace esa mirada para decir:
tu vida es trivial.
·
Eso solo importa si tú piensas
que es verdad.
·
Cuando no estoy con él, todo
parece ser un poco tonto.
·
"Nunca se
me ocurrió que no era el principio de la felicidad, era la
felicidad."
·
Estoy asombrada por este placer
inesperado.
·
Yo no desaparecí, salí a dar un
paseo.
·
Tienes una obligación con tu
locura.
·
En todos lados soy atendida por
doctores que me informan sobre mis propios intereses.
·
Te trajimos aquí para salvarte
del daño irrevocable que pretendías para ti misma.
·
Me han robado mi vida.
·
Si estuvieras pensando
claramente recordarías que Londres rompió tu amor.
·
Solo yo puedo entender mi propia
condición.
·
Tú vives con la amenaza de mi
propia extinción.
·
"Yo no escojo la anestesia
sofocante de estos suburbios, sino la sacudida violenta de la capital."
·
"Aún el más miserable
paciente puede tener alguna decisión con respecto a su prescripción. Es algo
que define su humanidad."
·
No puedes encontrar paz evitando
la vida.
·
Hubo un momento en el que pensé
que me tomaría más tiempo. Pero cambié de parecer.
·
Aún tengo que enfrentar las
horas de esta noche.
·
Como cualquier mañana en la vida
de todos.
·
No creo que dos personas hayan
sido más felices de lo que nosotros fuimos.
·
Alguien debe morir para que el
resto pueda seguir viviendo.
·
El poeta morirá. La ficción.
·
Estoy aterrorizada de que al
final esto desaparezca.
·
Era la muerte y elegí la vida.
·
"Para ver vida en un
rostro. Siempre... para ver vida en un rostro y entenderlo por lo que es... y
al final entenderlo y amarlo por lo que es y luego dejarlo
ir. Siempre los años entre nosotros, siempre los años, siempre el amor,
siempre... las horas."
Ésta película, que aparentemente cuenta tres historias,
sucedidas en épocas diferentes,a tres mujeres distintas, en realidad , no
cuenta más que una única historia, que bien puede haber transcurrido en unas
pocas horas o en un tiempo cronológico lento, interminable. Es decir, se trata de tres planos temporales
de la misma historia, unidos por una continuidad más o menos ilusoria, pero vivida en la conciencia como tal.
El primer plano, representado por la escritora,
Virginia Woolf (Nicole Kidman), nos sitúa en el terreno del arte, de la vida pensada por otro. Y es que, en algun lugar está escrita,
objetivizada nuestra vida, inventada por alguien, o por muchos, y siempre que
nos identificamos con la lectura de la ficción, que afecta a nuestro caminar
presente, estamos reconociéndonos en la historia circular, que se repite, que
llega a nosotros como vivida por otros, pero que a su vez es nuestra, por
reconocida, por interiorizada. Las obras literarias son hijos, ya pensados en
la mente de los padres, pero que pueden rebelarse, porque nacen libres, al igual
que el personaje de Unamuno en “Niebla”, igual que los personajes de “La rosa
púrpura del Cairo”, de Woody Allen.
El segundo plano, representado por la lectora, Laura Brown (Julianne Moore), nos habla de la vida propia
pensada por uno mismo, en su devenir como pasado, presente y futuro. Los
sufrimientos pasados se reflejan en una vida presente, supuestamente feliz para
cualquier observador, y que , sin embargo, asfixia a su protagonista en la monotonía,
porque ella necesita precisamente lo que no tiene:una vida elegida. Su embarazo, su visión de un futuro como
continuación del presente, la hace tomar la decisión de abandonar a sus hijos,
optando así por la vida.
El tercer plano, el futuro, está representado por
Meryl Streep (Clarissa Vaughan), cuya vida, aparentemente festiva y trivial, en la que vive una
homosexualidad sin tabúes (en contraposición a las dos primeras mujeres), está
marcada por la frustración pasada, un amor no
correspondido, que resuelve dedicándose en cuerpo y alma al poeta enfermo,
hijo de la lectora, estigmatizado por la locura y la enfermedad del SIDA, el cual
termina por suicidarse, rompiendo con la condena de depender indefinidamente de los cuidados
de otro: decide la libertad de la muerte.
Muerte en la vida y vida en la muerte, son dos opciones que se presentan a la decisión de un sujeto, al que ambas resultan igualmente desgarradoras e inciertas.
La vida
vivida como arte, en el que se tiene
la suerte de salir de los condicionantes de lo real, para alcanzar otros mundos
pensados, ficticios, pero reales en nuestra mente, es vivida también como
contradicción, como polaridad, donde
triunfa el deseo de unirse a lo incondicionado, a la muerte liberadora. Ese es
exactamente el sentimiento de Virginia, estigmatizada por el entorno
social, debido a su enfermedad mental,
confinada a vivir bajo los dictámenes de médicos o seres queridos, que, por su
bien, incapacitan permanentemente su
capacidad decisoria, lo que ella siente como agresión a su tremenda
capacidad intelectual.
Vida y
muerte están representadas por el agua. La vida como
el fluir del rio (“nuestras vidas son los ríos que van a dar a la mar, que es
el morir...”, Jorge Manrique), que ha de amarse como es, y la muerte como el
sosiego encontrado por un ser que se sumerge en las aguas.
Aunque representadas por el mismo elemento, ambas encarnan
lo contrario, lo opuesto, que permite que la vida continúe. Unos nacen para que
otros mueran. Sin la muerte, no se podría valorar la vida.
Si la vida es
fluir, la felicidad, no tiene
comienzo ni fin. Es el instante de inmensa satisfacción vivido o recordado, que
no tiene continuidad, que también se deja arrastrar por el río, que quizás
encuentre otra rama verde de paz en su camino, otro fugaz momento, que también
pasará.
La locura de Virginia, constreñida por los sabios por medio del nombre bipolaridad, se refleja en momentos de gran locuacidad
seguidos de otros de absoluto silencio e interiorización (hay realidades, sentimientos,
inexpresables, inabarcables por el lenguaje. V. “Carta a Lord Chandós”). Es vivida como un escape a la asfixia de la
cordura, una apertura a otros mundos posibles. Los intransigentes usos de la
época victoriana son también superados por la
locura, la ficción.Pero este escape, lejos de traerle la ansiada
libertad, la encuadra y estigmatiza, desposeyéndola de su capacidad decisoria
por parte de su entorno, lo que la conmina a buscar la liberación en la
muerte.
La única
acción liberadora, en esa vida limitada, es la espresión por medio del lenguaje. Escribir fomenta la
conciencia del tiempo, a la vez que permite a los hechos descansar. Al ser expresados
y expuestos, encuentran la paz y la vida, no caerán en el olvido. No obstante,
no todo es expresable. Hay realidades que reclaman el silencio, que sólo
encuentran expresión en la imagen, en la ficción. También en Wittgenstein el lenguaje se redime
con la imagen, que desata múltiples pensamientos, interiorizados por los
distintos sujetos. Esta realidad invisible,
hace que el tiempo interior, en oposición al tiempo cronológico, suscite
la ilusión de durabilidad, de permanencia, con lo que amplía sobremanera la
vida física, finita.
No obstante, el mundo se presenta como demasiado
falso, estereotipado, y la única salida, por más que temida, será la muerte de
ese mundo real que abre nuevos mundos y posibilidades, nuevas horas.
Checha, 19 de noviembre de 2012
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