domingo, 12 de agosto de 2012

MI TIO DE GRANÁ


MI TIO DE GRANÁ


  Sabeis de sobra lo que dice el refrán: “el que tiene un tio en Graná, ni tié tio, ni tié ná”.
    Ahora os contaré la historia de mi tio de Graná.
Se dedicaba el buen hombre a la medicina, a la curación de esas partes pudendas de los hombres y sus interiores.  Buena fama tenía, sí, sobre todo como cirujano. “Manitas de plata” le llamaban  sus agradecidos pacientes, muy bien cortaditos y mejor remendados.
  Un buen día se presentó en su consulta un hombrecillo de mediana edad. Por su aspecto se diría que no visitaba mucho la ducha. Con cierto reparo examinó mi tío, manitas de plata bien enfundadas, por miedo a que la plata mutara milagrosamente en óxido de hierro, su protuberante miembro y diagnosticó : hidrocele. El pobre hombre se quedó más ignorante de lo que ya era, y, bastante avergonzado, se atrevió a preguntar: “Vale eso de la hidrocele o como se llame, pero,¿ me podría decir por qué tengo los huevos tan gordos?, ¡eso sí que me preocupa!”.
   Casi sin poder contener la risa, mi tío respondió con una sóla palabra:¡ AGUA!.

   El hombrecillo, que desde luego seguía sin entender absolutamente nada, frunció un poco el ceño, se quedó pensativo, hasta que por fín díjo:” ¡Ah, ya entiendo!”. “¿Sabe usted, doctor?. Eso era algo que precisamente quería preguntarle. Porque , mire usté, a mí me ocurre una cosa mú rara. Esas cosicas negras que a la gente le sale normalmente entre los dedos de los pies, a mí me salen también entre los dedos de las manos, ¿lo vé usté?”, preguntó abriendo  sus grandes manos negruzcas, que más parecían las patas de un pato, por las uniones viscosas y negras que se veían entre los dedos. “¿tendrá eso algo que ver con mis huevos?”.
   Muerto de asco, ya no púdo contener la risa y contestó:
“Claro, hombre, claro. Ya se lo he dicho, ¡agua!. Váyase usted a su casa y lávese bien primero las manos y luego los huevos”. “¡Vuelva por aquí mañana y hablaremos, ¡seguro que se siente mucho mejor!”.” Pero, ¿y mi receta?”, preguntó el buen hombre.
Mi tio no dudó en extenderle una (ya se sabe que la buena fama de los médicos queda en entredicho sin ellas). Escribió: jabón casero, guante de crín y mucha agua.  Posología: tres veces al día.
¿Será verdad?. Pues si no os lo creeis, no lo será.
Checha, 12 de agosto de 2012

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