MI TIO DE GRANÁ
Sabeis de sobra lo que dice el refrán: “el que
tiene un tio en Graná, ni tié tio, ni tié ná”.
Ahora os contaré la historia de mi tio de
Graná.
Se dedicaba
el buen hombre a la medicina, a la curación de esas partes pudendas de los
hombres y sus interiores. Buena fama
tenía, sí, sobre todo como cirujano. “Manitas de plata” le llamaban sus agradecidos pacientes, muy bien
cortaditos y mejor remendados.
Un buen día se presentó en su consulta un
hombrecillo de mediana edad. Por su aspecto se diría que no visitaba mucho la
ducha. Con cierto reparo examinó mi tío, manitas de plata bien enfundadas, por
miedo a que la plata mutara milagrosamente en óxido de hierro, su protuberante
miembro y diagnosticó : hidrocele. El pobre hombre se quedó más ignorante de lo
que ya era, y, bastante avergonzado, se atrevió a preguntar: “Vale eso de la
hidrocele o como se llame, pero,¿ me podría decir por qué tengo los huevos tan
gordos?, ¡eso sí que me preocupa!”.
Casi sin poder contener la risa, mi tío
respondió con una sóla palabra:¡ AGUA!.
El hombrecillo, que desde luego seguía sin
entender absolutamente nada, frunció un poco el ceño, se quedó pensativo, hasta
que por fín díjo:” ¡Ah, ya entiendo!”. “¿Sabe usted, doctor?. Eso era algo que
precisamente quería preguntarle. Porque , mire usté, a mí me ocurre una cosa mú
rara. Esas cosicas negras que a la gente le sale normalmente entre los dedos de
los pies, a mí me salen también entre los dedos de las manos, ¿lo vé usté?”,
preguntó abriendo sus grandes manos
negruzcas, que más parecían las patas de un pato, por las uniones viscosas y
negras que se veían entre los dedos. “¿tendrá eso algo que ver con mis huevos?”.
Muerto de asco, ya no púdo contener la risa
y contestó:
“Claro,
hombre, claro. Ya se lo he dicho, ¡agua!. Váyase usted a su casa y lávese bien
primero las manos y luego los huevos”. “¡Vuelva por aquí mañana y hablaremos,
¡seguro que se siente mucho mejor!”.” Pero, ¿y mi receta?”, preguntó el buen
hombre.
Mi tio no
dudó en extenderle una (ya se sabe que la buena fama de los médicos queda en
entredicho sin ellas). Escribió: jabón casero, guante de crín y mucha
agua. Posología: tres veces al día.
¿Será
verdad?. Pues si no os lo creeis, no lo será.
Checha, 12
de agosto de 2012
jajajaja, muy bueno!!.Besos mil!!.
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