HUMOR AL VOLANTE
“En la mesa y en el juego, la educación se vé luego”, reza el refrán de mi madre.
Yo me acabo de inventar uno parecido: “en la mesa y al volante, la educación es importante”, o bien “en la mesa y al volante, el humor es importante”.
Esta relación humor-educación al volante no es baladí. Muchos se convierten/son verdaderos monstruos de la carretera, sacan lo peor de sí mismos, insultan, descalifican, atacan, hacen comentarios machistas, levantan el dedo corazón al cielo, se pican con los que creen estar compitiendo con ellos, dan grandes pitorradas a los que cometen un mínimo fallo, gritan por las ventanillas y en el colmo de la intolerancia, bajan del coche a discutir o a agredir físicamente al presunto “torpe”.
La gran causante de irritación ajena es la prisa. ¡Este lentillo/a, que va pisando huevos!, ¡va a 80 en carreteras de 80 y a 100 en carreteras de 100!, o ironizan sobre el buen gusto de ir disfrutando tranquilamente del viaje y el paisaje.
Lo importante es llegar lo antes posible, porque hay prisa para... ¡sentarse tranquilamente a tomar una cerveza! o quizás evitar en lo posible un control de alcoholemia.
Y ya que vamos de refranes, viene al caso este otro :”vale más una gota de miel que cien de hiel”, pues mi pretensión es terciar en la polémica del uso del humor por parte de la DGT, para concienciar y prevenir accidentes de tráfico, que tantas quejas ha suscitado.
El humorista Leo Harlem, no trivializa la situación, antes bien, con humor inteligente y gran sagacidad, describe minuciosamente situaciones y razonamientos simplistas que inducen a los conductores a banalizar la posibilidad de poner en juego su vida y la de los demás. Y por más que pensemos que las imágenes terribles y desgarradoras producen mayor impacto que unas cuantas chirigotas, lo cierto es que por via humorística, lo que hace Leo es describir situaciones, pensamientos, actuaciones reales y comunes, que resultan indudablemente mucho más cercanas que esos terribles accidentes que, pensamos, tan sólo le ocurren a los otros, nunca a nosotros. Son chirigotas con las que nos sentimos identificados, que podemos vivir y sentir como propias.
Viendo los videos aludidos, no podremos evitar relacionarlos con situaciones personales, experimentadas con harta frecuencia:
Os adjunto también alguna información sobre la polémica:
Añadir algo a tu artículo con el que estoy de acuerdo es redundar más sobre lo mismo.
ResponderEliminarAquí os traigo este vídeo, no os lo perdáis, no tiene desperdicio, los comentarios, el final es muy bueno, ya me diréis, seguro.
http://vengaya.es/home.php?numVideo=
Para elaborar la entrada me basé en un correo enviado por tí, y siempre, siempre tienes algo nuevo que aportarnos, que todos debemos agradecerte.
ResponderEliminarMuchas gracias en mi nombre y en el de todos los lectores de este blog.
Reconozco que si me tocan las narices al volante, me convierto en una fiera maleducada. Más de una vez mis hijos, incluso de pequeños, me han llamado al orden. Ojo!, sólo si me tocan las narices!. Conducir bien es muy difícil, pero conducir junto a gente que piensa que la carretera es suya es imposible, o al menos imposible hacerlo con serenidad.. Besos mil!.
ResponderEliminarQuizás sea porque me dá miedo conducir, a pesar de tener el carnet, por lo que no me exalto tanto y veo las cosas, desde fuera con más comprensión y serenidad. No obstante parece que la mayoría de la gente no entiende que hay conductores nóveles, personas con menos reflejos, pequeños despistes, viejecitos que no calculan el tiempo que les lleva cruzar una calle, etc. Pero sobre todo, no saben que cumplir el código no es delito, sino obligación-
ResponderEliminarUn gran abrazo