Historiador
sin historia
dedicada
a mi padre
Que
la historia
es
la madre de la vida,
insiste,
es
lo que somos,
gracias
a la que revivimos
instantes
pasados,
nos
reconocemos
como
el mismo
que
ayer lloró, rió,
se
sentó y caminó.
Es
la experiencia
de
una existencia
que
se hace carne
en
un presente
que
tiene futuro,
un
futuro
que
será su producto,
la
acumulación
asimilación
estructuración
y maduración
de
un hombre nuevo hoy,
nuevo
mañana,
nuevo
cuando sea viejo
y
traspase la barrera de la vida.
Pero
su vida es instante.
Olvida.
Olvida
presente, pasado y futuro.
Ante
todo presente.
Vive
la flor del minuto
y
huele sus ecos de historia
jamás
rememorada,
jamás
contada,
depuesto
el placer
de
enjugar sus palabras
con
versos antiguos,
con
el decir del otro.
Solo
reclama a la vida
el
brevísimo tiempo,
una
sonrisa, un aliento
y
una mano abrasadora
que
recuerde el dulce bien
de
vivir,
de
vivir aunque sea
un
momento
Checha,
20 de octubre de 2018
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