domingo, 18 de enero de 2015

ARRANCA ESAS HOJAS DE TU ÁRBOL

ARRANCA ESAS HOJAS

 DE TU ÁRBOL




Sácame de tu libro, ¡maldito!.
Arranca las amarillentas hojas
en que prensaste y burlaste mi destino.

Escritas fueron por ti,
violador de vida,
bebedor de pura savia
donde verdes hojas crecían.

La tinta tornó veneno,
que devoró la palabra escrita.
Leves signos encriptados,
arañados en ilegibles hojas,
haz y envés podridos,
de húmedo peso encuadernado.

Destinadas al otoño de un bello jardín,
enredando sus naranjas y magentas
sobre el verde fondo en tronco descarnado,
sus nervios enmohecidos, ya huellas,
son ahora los grabados
de tu mordaz codicia sin estrellas.

Las privaste del placer
de esa caída libre y ligera,
acunada por el vital
soplo de un noble Zéfiro,
de ser cálido abrigo
a la fría losa,
de unirse al amanecer
al mullido grato,
camino, paso, descanso para el descalzo.

Y ahora, ¡arráncalas, cobarde!,
¡arráncalas!





               


Checha, 18 de enero de 2014




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