MI
RELOJ Y YO
(a
mi padre, en sus 86...)
Curiosa
sensación,
la
de compartir destino con mi reloj.
En
su general función
marca
el reloj los tempos,
dictadora
precisión,
agujas
que cosen versos,
mediando
y sobrehilando...
parca
con husos,
husos
horarios,
horarios
al uso de péndulo,
sombra
de nuestra anarquía,
que
vive ya renqueando.
Fuente
de luz que se apaga...
ánima
nacer podría,
sin
la dispersión impuesta
para
parir un color,
gris,
monótono
tic,
color
de yugo arbitrado,
que
obedece y ya no canta,
color
marchitado,
cuco
mudo en la garganta.
El
pico cierra la(s)ala(s),
caverna
de fantasías,
el
pentagrama, la cuarta,
fa
sostenida en octava.
Truncado
sueño eterno,
al
que Dalí murió atado,
como
tú, como yo,
ser
en el mundo confinado,
a
mundo cualquiera,
en
busca de su pronombre,
mi
mundo, tu mundo, su mundo,
diluidos
en este todo,
posible
de lo imposible,
perdido
ya el propio modo.
Pata
erecta de elefante,
frustrada
trompa,
¡un
tacón tan elegante!.
Pero
es el mío, mi tiempo,
que
de puro abrazo de muñecas,
va
perdiendo ya las letras.
Estrecho
contacto entre fibras huecas,
asimilando
mi suerte,
de
pronto, tan de repente.
Primero
fue el seis caído,
el
que atoró el mecanismo,
justo
una mitad anulada,
el
cuarto esperando al punto,
el
menos cuarto al cuarto,
y
así, en dos medias partido
se
llenó de carreras,
hasta
convertirse en hilo.
Llegó
el turno al segundero,
que
de golpes malherido,
ya
no sabe caminar,
se
paró y quedó dormido.
Esta
vida sin segundos
no
vive sino a la espera
de
minutos y de horas,
futuro
que nunca llega.
Perdido
el instante,
el
pulso del corazón,
un
trombo se hace camino...
¿cuándo
andará mi reloj?
(todos
los derechos de autora reservados,
no
por comprarlos,
sino
porque son míos)
Checha,
15 de diciembre de 2014
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