viernes, 4 de julio de 2014

SI DE MI BAJA LIRA

SI DE MI BAJA LIRA




GARCILASO DE LA VEGA

BIOGRAFÍA.

Toledo (España), 1503-1536. Recibió una buena formación humanística. Siendo muy joven entró al servicio de Carlos I. Combatió en la guerra de las Comunidades contra los comuneros, así como contra los turcos y contra los franceses. En 1525 se casó con Isabel de Zúñiga, dama de compañía de la hermana del Emperador. Entre 1529 y 1530 acompañó a Italia a Carlos I para que éste fuera coronado Emperador por el papa Clemente VII. Al volver a España, acudió a la boda de su sobrino, sin que el Emperador lo hubiese autorizado, por lo que es desterrado a una isla del Danubio. De allí viajó a Nápoles, como lugarteniente del Virrey. En 1534 regresó a España y se enteró de la muerte de Isabel. Volvió a Italia, donde se le nombró alcalde de Reggio di Calabria. Abandonó el cargo para sumarse a las tropas que iban a luchar contra los turcos. Más tarde, Francia invade Saboya y el Emperador declara la guerra. Durante la campaña de Provenza, Garcilaso resulta herido por una piedra cuando intentaba escalar una fortaleza y a los pocos días, el 13 o 14 de septiembre de 1536, muere en Niza. Su obra poética no fue publicada en vida. Su amigo Juan Boscán fue quien revisó sus manuscritos y los publicó en Barcelona junto a sus propias obras con el título de Las obras de Boscán y algunas de Garcilaso de la Vega (1543). La obra completa de Garcilaso está formada por unos 4.000 versos que componen tres églogas, 38 sonetos, dos elegías, cinco canciones y una epístola. (Enrique Valle)


CANCIÓN  V

Si de mi baja lira

tanto pudiese el son, que en un momento

aplacase la ira

del animoso viento

y la furia del mar y el movimiento,


y en ásperas montañas

con el suave canto enterneciese

las fieras alimañas,

los árboles moviese,

y al son confusamente los trajese;


no pienses que cantado

sería de mí, hermosa flor de Gnido,

el fiero Marte airado,

a muerte convertido,

de polvo y sangre y de sudor teñido;


ni aquellos capitanes

en las sublimes ruedas colocados,

por quien los alemanes

el fiero cuello atados,

y los franceses van domesticados;


mas solamente aquella

fuerza de tu beldad sería cantada,

y alguna vez con ella

también sería notada

el aspereza de que estás armada,


y cómo por ti sola,

y por tu gran valor y hermosura,

convertido en viola,

llora su desventura

el miserable amante en tu figura.


Hablo de aquel cautivo,

de quien tener se debe más cuidado

que está muriendo vivo,

al remo condenado

en la concha de Venus amarrado.


Por ti, como solía,

del áspero caballo no corrige

la furia y gallardía,

ni con freno la rige,

ni con vivas espuelas ya le aflige;


por ti, con diestra mano

no revuelve la espada presurosa,

y en el dudoso llano

huye la polvorosa

palestra, como sierpe ponzoñosa;


por ti, su blanda musa,

en lugar de la cítara sonante,

triste querellas usa

que con llanto abundante

hacen bañar el rostro del amante;


por ti, el mayor amigo

le es importuno, grave y enojoso;

yo puedo ser testigo,

que ya del peligroso

naufragio fui su puerto y su reposo,


y agora en tal manera

vence el dolor a la razón perdida,

que ponzoñosa fiera

nunca fue aborrecida

tanto, como yo dél, ni tan temida.


No fuiste tú engendrada,

ni producida de la dura tierra;

no debe ser notada

que ingratamente yerra

quien todo el otro error de sí destierra.


Hágate temerosa

el caso de Anaxérete, y cobarde,

que de ser desdeñosa

se arrepintió muy tarde,

y así su alma con su mármol arde:


Estábase alegrando

del mal ajeno el pecho empedernido,

cuando, abajo mirando,

el cuerpo muerto vido

del miserable amante, allí tendido,


y al cuello el lazo atado

con que desenlazó de la cadena

el corazón cuitado,

y con su breve pena

compró la eterna punición ajena.


Sintió allí convertirse

en piedad amorosa el aspereza.

¡Oh tarde arrepentirse!

¡Oh última terneza!

¿Cómo te sucedió mayor dureza?


Los ojos se enclavaron

en el tendido cuerpo que allí vieron;

los huesos se tornaron

más duros y crecieron

y en sí toda la carne convirtieron;


las entrañas heladas

tornaron poco a poco en piedra dura;

por las venas cuitadas

la sangre su figura

iba desconociendo y su natura,


hasta que finalmente,

en duro mármol vuelta y transformada,

hizo de sí la gente,

no tan maravillada

cuanto de aquella ingratitud vengada.


No quieras tú, señora,

de Némesis airada las saetas

probar, por Dios, agora;

baste que tus perfectas

obras y hermosura a los poetas


den inmortal materia,

sin que también en verso lamentable

celebren la miseria

de algún caso notable

que por ti, pase triste, miserable.


COMENTARIOS

Fue Garcilaso de la Vega un caballero que nos recuerda a Jorge Manrique en su peripecia vital. Resumen del hombre renacentista -pluma y espada-, no es sólo Garcilaso el poeta de la elegancia, de la invención de la 'lira, del uso señero del endecasílabo; es al mismo tiempo y sobre todo, y a través de la perfección formal y de su italianismo a veces conceptuoso y culterano (corrientes que veremos madurar en los siguientes poetas, sobre todo en Quevedo y Góngora), "un poeta que 'llega con la complicada belleza de su perfección formal y su dolido sentimiento, clásico por la expresión y eterno por su contenido humano'" (Díaz-Plaja). Sus poesías líricas -él creó la composición luego llamada 'lira', por el primer verso del poema que arriba escogemos- son escasas -Églogas, Sonetos, Canciones-, pero están transidas de emoción, sentimiento y equilibrio. No en vano se le llama "Príncipe de la poesía española'" (Juan Ruiz de Torres)

(fuente: http://www.prometeodigital.org/SIEMPRE_VEGAGARCILASO.htm)

Comparto, pero no co-mento lo que se menta a sí mismo, lo que de comentallo, matallo en su pureza y pasión sería su suerte.

Apolo, dios de la armonía lírica, toca sones que intentan apaciguar la confusión y sangre dionisíaca.

Checha, 4 de julio de 2014

2 comentarios:

  1. En tanto que de rosa y azucena
    se muestra la color en vuestro gesto,
    y que vuestro mirar ardiente, honesto,
    enciende el corazón y lo refrena;

    y en tanto que el cabello, que en la vena
    del oro se escogió, con vuelo presto,
    por el hermoso cuello blanco, enhiesto,
    el viento mueve, esparce y desordena:

    coged de vuestra alegre primavera
    el dulce fruto, antes que el tiempo airado
    cubra de nieve la hermosa cumbre.

    Marchitará la rosa el viento helado,
    todo lo mudará la edad ligera
    por no hacer mudanza su costumbre.
    Habla Garcilaso..

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  2. "La vida te cambia, te apalea, pero yo no me doblego ni que caigan rayos..." - Ana Maria Matute

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