REQUIEM
¿QUÉ CONSIGUE EL
REQUIEM DE MOZART EN MI?REVOLVERME EL ALMA
por MILAMAMI
Escuchado
incansablemente,
hasta la
saciedad,
que aunque
me sacie no me cansa,
y vuelvo a
buscarlo y a beber de sus notas,
para que me
revuelva el alma,
me exalte y
me calme,
me arranque
del dolor,
repose mi
melancolía,
me inyecte
su fuerza.
Cantan las
voces: "salva me fons pietatis",
como un
dulce eco en mi cabeza,
en mis
entrañas.
Los
instrumentos marcan el "confutatis",
remolino
arrollador,
el
"lacrimosa" lo detiene.
Y llegan los
recuerdos
de "la
mamma morta"
como cantaba
"La Callas".
¡¡¡Madre, ya
no puedo sostenerte en mis brazos!!!.
Música que
te hace
traspasar el
umbral,
universo de
los muertos
que ya no lo
están,
porque
brillan en el otro lado,
viven y nos
esperan.
Requiem de
vida,
mágicos
acordes,
¿cómo es
posible que la belleza me hable?,
Mozart
tocado por la gracia,
"Salva
me, salva me"
ámame,
ámame,
pero lo que
más me llena es
AMARTE,
AMARTE CON
TODA EL ALMA.
MILAMAMI.
En este
vídeo del Requiem dirigido magistralmente por Leonard Bernstein, hace él mismo
una introducción, habla en alemán, y para los que no lo parlamos, los
subtítulos están en italiano, así que es muy entendible, y nos explica que es
en honor a su mujer Felicia, fallecida hacía diez años en ese momento de 1988.
También lee una carta de Mozart dirigida a su padre Leopold.
Maravilloso
el final, ya que nada más terminar, repican las campanas, Bernstein estático,
no se ha vuelto, para no incitar al aplauso, no saluda para no romper el
silencio, besa y agradece a cantantes y músicos, mientras se retira acompañado
por el recogimiento de todos.
Y la Callas
canta como nadie "la mamma morta".
MILAMAMI
Wolfgang A. Mozart - Requiem
K626. Año 1988
La Mamma Morta - Subtitulado en español (audio y
texto)
De nuevo es
MILAMAMI la que me regala una entrada, gratuita, sin peticiones ni esperas.
El Requiem
es el gran regalo que nos hizo Mozart a muchos. Música de muerte y de vida,
porque han de morir muchas, muchas cosas, para que el alma se eleve y crezca,
para que viva con intensidad lo sublime que encierra cada una de las hermosas pequeñeces
que dignifican lo vivo.
No es mi deseo compartir la ciudad de los
muertos. Mis cenizas no serán más que los restos de un ser que ardió, que ardió
hasta la muerte.
Pero no es así, no constituirán ni un recuerdo de
lo que soy, pues lo que soy es lo que vivo, lo mío que vive en vosotros, y mis
soledades.
Si alguien deseara rendir un último gran
tributo a esa materia voladora e inconsistente, no tendría más que hacer sonar
ese Requiem, tantas veces escuchado y que siempre, de nuevo, me enamora, me ha
enamorado y seguirá haciéndolo allá donde esté;……Más tarde, lo más cómodo y
rápido, será verter esas cenizas al retrete (¿son contaminantes?), y tirar de
la cadena. Sin romanticismos.
Checha, 30
de marzo de 2013
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