domingo, 21 de enero de 2024

 

No hay ceguera, sino ciegos


A Saramago, in memoriam















Si te afectara cruelmente

ese terrible mal blanco, opaco,

donde el color es no color

y los nítidos contornos

se dibujan esfumados

en el suave tacto,

lenta, suavemente


la copa huele a vino

y ha de ser,

por intuición o por tiento

de unos labios sedientos

de caldo y estremecimiento.


Si sintieras las presencias

simples halos de no ausencias

y tus manos atisbaran

la lágrima de tus mejillas

un tanto desfigurada

pero sientes su peso de plomo,

pesar que no deja ni pensar,


Fuera el otro otro,

solo porque no eres tu…


Creerías que en el mundo

ya no existe la verdad,

pues ves lo que no estas viendo

incluso imaginas con tristeza

que otro si que lo verá.


Imagina que a tu oído

alguien chilla un bermellón

el que anidaba en tu atribulado corazón.

Imagina que te hablan

y te dicen que hay un sol

y sientes las caricias de su tierno y dulce calor.


Imagina que la noche

se cierne sobre tu ser

atorando tus sentidos,

concediéndote el sopor

en el que quisieras verte sumergido.


Sabrás que hay otros,

sabrás que sienten mejor,

sabrás que con los mismos ojos

cuyas cuencas llegas a palpar,

unos ven y otros no ven.


Y sabrás que cuando brille el sol

no has de ponerte a la sombra,

deja que ilumine tus ojos apagados,

quizás se enciendan y griten:

¡puedo ver!, ¡puedo ver!


Checha, 21 de enero de 2024


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