Ola
Montéme
en tu enorme ola,
fuerte,
briosa, escarchada,
que
a largos metros del mar
con
su empuje me lanzaba.
Vértigo,
espanto,
casi
me falta el aliento.
Abrí
mi cuerpo asustado,
desnudo
más sin reparo
al
goce de la hermosura,
al
puro placer del agua
que
al descender lanzaría
mi
cuerpo a la arena dorada.
Te
miré con grandes ojos,
me
viste con tu mirada,
de
calma anhelada,
una
profunda estela irisada.
Apreté
fuerte tu mano,
sentí
el abrazo del nervio
que
así estrechaba mi alma,
y
me
sentí arropada,
de
dicha deslumbrada.
La
ola siguió su marcha,
y
yo con ella, contigo,
unidos
por la esperanza
Checha,
19 de marzo
de 2019
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