Puntos
suspensivos
Comíme
yo un punto
para
acercar distancias,
que
la lejanía
del
infinito mundo
hiciera
más corto
el
caminar tardo,
pesado
y sordo,
las
cargantes marchas.
Suspenso
en el universo,
sin
hallar el extremo,
meta
o fin del ocaso,
caminé
sin rumbo
perdido
en el cielo,
entre
las estrellas
que
lucían en vano.
Decidí
tragarme
un
segundo punto
y
bien masticarlo,
sacarle
el jugo amargo
y
enjugar mis labios,
ansiosos
de besos
de
miel,
de
ricos farios.
El
sol que me huía,
más
lejos estaba,
mi
luna adorada
también
escapaba,
una
lágrima solitaria
nació
de mis ojos
y
agujereó
la
tierra mojada.
Solo
me quedaba un punto,
no
me lo comí,
sentí
que no hallaría
resuello
al calvario.
Lo
tuve en mis manos,
lo
soplé a los vientos,
para
mi sorpresa
se
deshizo en polvo,
que
muy lentamente
cubrió
mi cabeza,
y
se abrió un camino,
un
camino corto
provisto
de puerta
que
se abrió ante mí,
me
invitó a pasar,
rodeó
mi cuerpo tembloroso
colmado
de dicha.
¡Bendito
el azar!
Checha,
6 de enero de 2018
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