domingo, 6 de enero de 2019


Puntos suspensivos



Comíme yo un punto
para acercar distancias,
que la lejanía
del infinito mundo
hiciera más corto
el caminar tardo,
pesado y sordo,
las cargantes marchas.

Suspenso en el universo,
sin hallar el extremo,
meta o fin del ocaso,
caminé sin rumbo
perdido en el cielo,
entre las estrellas
que lucían en vano.

Decidí tragarme
un segundo punto
y bien masticarlo,
sacarle el jugo amargo
y enjugar mis labios,
ansiosos de besos
de miel,
de ricos farios.

El sol que me huía,
más lejos estaba,
mi luna adorada
también escapaba,
una lágrima solitaria
nació de mis ojos
y agujereó
la tierra mojada.

Solo me quedaba un punto,
no me lo comí,
sentí que no hallaría
resuello al calvario.
Lo tuve en mis manos,
lo soplé a los vientos,
para mi sorpresa
se deshizo en polvo,
que muy lentamente
cubrió mi cabeza,
y se abrió un camino,
un camino corto
provisto de puerta
que se abrió ante mí,
me invitó a pasar,
rodeó mi cuerpo tembloroso
colmado de dicha.
¡Bendito el azar!

Checha, 6 de enero de 2018


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