viernes, 25 de enero de 2019


La caverna



Embaucados, embelesados
por esas sombras cambiantes,
intensas, brillantes,
fijados al muro que tienen delante,
no pueden mirar atrás,
su mirada esta petrificada, hechizada
hacia lo que parece ser,
podría ser, quisiera ser,
máscara de la verdad,
retenida, encadenada.

Títeres engañosos
se carcajean orgullosos
de la incauta ingenuidad
con que se velan sus hilos
y aparentan realidad.

El rebelde vuelve el rostro
y queda absorto.
Mira la oscura pantalla
que va reflejando seres
y descubre las aranas
que perpetuaban su mente
en esta triste morada.

Se revuelve y grita al tanto,
es mentira todo el canto,
mirad, mirad, os lo ruego,
engaño para los legos.

Alza su mirada al cielo
y descubre tenue luz,
el camino de una estrella
que guiará su camino,
solo y arduo,
más allá de las cadenas.

Se alza por entre las piedras,
con mas rasguños y heridas,
desesperos y la duda
de no encontrar la salida
a esa dicha tan lejana,
tan sutil, confusa, liviana.

Cada peldaño es un triunfo,
cada subida un empuje
a lo alto,
al anhelado remanso.

Exhausto, herido y cansado
sale al fin de la caverna,
su cabeza mira al suelo,
tendido sobre la tierra.

Y cuando al fin
da la vuelta
y ve lo que tiene enfrente,
guiña sus ojos
pesados, deslumbrados,
asombrados y encantados
de ver vida pura y dura,
de saber que esta en lo cierto,
de sentir calor ardiente
y el viento enfriar su frente.

Poco a poco,
paso a paso,
va abriendo su vista
al campo,
a los árboles y flores,
al río que ya no vuelve,
a las montañas,
al llano.

Fija su vista en el sol
que alumbra desde lo alto,
le desvela la agonía
en la que sufría encerrado.
Canta con manos abiertas
a la vida sin engaños.

Vuelve, se dice,
has de volver,
a sacar de la locura
a esa multitud cegada,
envuelta en su sepultura.

Y volvió, y rescató.

La fuerza de la verdad
es aquí la que arrasó.

Checha, 25 de enero de 2019

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