Sincretismo
lingüístico
Señoros
y señoras,
miembros
y miembras,
portavozos
y portavozas......
Me
veo en la obligación de comunicarles que todo esto es un descalabro.
Fuera
de todas las chanzas que sin duda ha merecido, con toda la razón,
este uso absurdo e incorrecto del lenguaje, me gustaría apuntar que
los ministros (y ministras, jajaja) de igualdad deberían utilizar su
valioso tiempo en algo más productivo que destrozar la lengua.
Cierto
es que hay determinadas palabras, sobre todo las referentes a oficios
que tradicionalmente solo ocupaban los hombres, que si se feminizan
adquieren un cariz más acorde con la realidad.
Dicho
lo cual, todo el resto es falacia.
La
mayoría de las palabras son polisémicas, y la razón última de
ello no es otro que la economía de la lengua.
Si
en español el plural es masculino, en aleman es femenino, y los
hombres no se rasgan las vestiduras por despecho, aunque nos lleven
lustros en su lucha contra el sexismo.
Se
trata simplemente de una norma lingüística que favorece la
livianidad, la ligereza, la fluidez, que es a lo que tiende toda
lengua.
El
sincretismo es clave a la hora de definir una lengua. El lenguaje
tiende al ahorro y a la economía. No podemos apelmazar, atiborrar,
convertir nuestro discurso en farragoso, cuando en realidad se trata
de aligerarlo, de darle flexibilidad y concreción.
¡Basta
ya!. Esta fanfarria es un sinsentido. Hablemos con propiedad y
nuestro discurso contendrá la propiedad y coherencia merecidas.
Checha,
11 de febrero de 2018
No hay comentarios:
Publicar un comentario