Alba
¿De
que color es mi vida?- preguntóse Juan al ver caer la última flor
del frondoso cerezo aislado, rodeado de cardos y de retamas.
No
es azul como ese cielo frio que se torna blanco en la tormenta, que
se torna rojo cuando el sol cansado irisa sus últimos rayos.
No
es verde como el viejo chopo que amarillea en otoño antes de dar su
último adios a sus trémulas hojas tiritantes.
No
es rojo como la tierra ferrosa que ilumina esplendorosa con sus
verdes, con su caldera amorosa, con su manto acalorado, el cuerpo
helado del viajero que reposa.
No
es amarilla sin duda, guerra de la negra estampa, color que carmin se
muda.
Mi
vida, se dijo, es blanca.
Es
ese prisma cortado, el de las múltiples caras. El que refleja los
rojos, violetas, azules y gualdas. El que en la sombra no es nada,
pero mil colores guarda.
Checha,
6 de mayo de 2017
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