CARTA DE UNA DECEPCIONADA, A NADIE
Queridos “amigos”…,
Agradezco
sinceramente vuestros bienintencionados deseos de ayudarme, con esta estupenda
actuación, pero ¡siento rabia, mucha rabia y profunda decepción!.
Sigo desde hace meses, y muy a mi pesar, un
desagradable juego, que aparentaba ser vida, una incomprensible y apestada
ficción, que pretendía ser realidad.
Sin otra finalidad que la protección de mis
hijos y de mí misma, me he sumido en un impuesto silencio inocente, he tragado
gusanos, sapos y culebras, conductas asombrosas, con la “ilusa” esperanza de
que la pieza tendría a lo sumo cuatro actos.
Vosotros, ¡brillantes
mentes!, ¿no sois capaces de comprender que con los sentimientos y el dolor no
se juega?. Me gusta jugar, especialmente con los niños, pero este juego de
niños pigmeos no divierte, simplemente porque se mantiene en la incertidumbre,
que ni tiene comienzo ni fin.
¿Acaso creíais ayudar a alguien confundiendo
realidad y ficción?. ¡Mezquina quijotada!.
Habéis de
saber todos, absolutamente todos, que ha sido mi conciencia, la sana conciencia
de ir de frente, pisando tierra firme y arrostrando los hoyos y colinas del
camino, la que ha erguido mi mente y mi cuerpo en todo momento.
Se os ha escapado algo importante, que quizás
fuera la moraleja de este cuento: “no puedes confiar en nadie”, pero no ha
tenido efecto alguno sobre mí. Por el contrario, sigo pensando que existe gente en la que se puede confiar,
simplemente porque lo he experimentado en mi vida.
Si bien he
sufrido “el gran teatro del mundo” en propia carne y durante muchos años, en el
pasado, y también en éste arduo periodo, he coincidido con personas valiosas y
sinceras, dispuestas a ayudar con las cartas boca arriba, de tú a tú, dando y
pidiendo explicaciones, como hacen las mentes sanas.
Es la palabra la que nos hace humanos, el
diálogo con los dispuestos a escuchar y conversar, ¡eso nos engrandece!. Y no
hay nada más humillante y vejatorio, que sentirse una marioneta movida por
hilos invisibles de pretendidos amigos.
¡Id al teatro, al cine, leed novelas, si es
que sois amantes de la ficción, pero ésta no la busquéis jamás en mi persona.
Os llevaríais exactamente la misma decepción que yo, y, a pesar de todo, ¡no os
lo deseo!.
¡Os habéis
confundido de blanco!. Esta, que soy yo, seguirá teniendo pocos confidentes,
pero los pocos, aunque fuera uno solo, digno de sinceridad.
Pretender
combatir guerra con guerra, teatro con teatro, mentira con mentira, ¡no sé si
es buena idea!, ¡pero yo estaba jugando un papel que no me habíais repartido!.
Y así se juega con desventaja, se hace trampa.
Rabia, profunda decepción…¡me faltan palabras
para describir lo que siento!. ¿Y vosotros?, ¿os habéis parado a pensar lo que
habrían sentido esas mentes maravillosas?. Kafka, Brecht, me habrían
comprendido. ¡Habéis urdido el teatro del absurdo, y con ello apagado vuestra
luz!, ¡simplemente por vuestra incapacidad para introduciros en mi corazón!
(demasiado simple para vosotros).
Pero tened en cuenta que esta situación no
socava un ápice mi propia estima. Siento gran orgullo por saber trazar líneas,
por saber desechar porquerías y pequeñeces, por saber distinguir lo real y lo
imaginario, lo sucio y lo limpio.
Y , lo mejor
de todo, amigos, es que sigo pensando que en el mundo hay personas sinceras y
valientes, con las que se puede contar “a corazón abierto”.
Si por casualidad encontráis dureza en mis
palabras, pensad que más dura es la pared con la que me he estado chocando.
Insisto en
agradeceros vuestra buena intención, pero, ¡conmigo no vale!, y siempre andaré
a la búsqueda de aquellos que desprecien estos “medios”, que en modo alguno
justifican el fin.
¡Hasta
siempre! , ¡y que os vaya bonito!
Vuestra
AMIGA
Checha, 11
de julio de 2013
No hay comentarios:
Publicar un comentario