Nueva
sangre
De sus labios ensangrentados
cayeron
gotas de amor,
humedeciendo
la tierra,
vivificando
el hastío
que
envolvía su alrededor.
Esas
gotas irisadas
iluminaban
caminos,
engendraban
los senderos
que
un día fueron
terrenos
baldíos.
Pura
sangre, roja sangre,
latiendo
en un corazón
mancillado
por las sombras
de
un invierno tormentoso,
cargado
de heridas agostas.
Andaba
por su sendero
con
la altivez despierta
de
una muerte rebasada,
vencida
y sobrepasada,
con
la mirada hacia el frente,
las
manos fuertes, briosas,
del
que eligió su destino
y
va tras él con atino,
con
la fuerza de la vida,
la
frescura del torneo
abatido
por su alma,
destruido
en su vadeo.
Sangre
renovada,
vida
bisoña y alada
de
una savia enamorada.
Checha,
18 de abril de 2018
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