domingo, 18 de noviembre de 2018


Vulneración sistemática de los derechos humanos en pacientes psiquiátricos. Una historia real


La explicación que aquí os daré me revuelve las entrañas, aunque no es estrictamente mía, está avalada por múltiples organizaciones y plataformas defensoras de los derechos humanos. Ha sido puesta de manifiesto en un informe conjunto de la organización mental Health Europe y de la universidad de Kent-Tizard de Reino Unido.
No obstante, en casi ningún país son de aplicación estas normativas que aliviarían y desestigmatizarían a este tipo de pacientes.
Podría ser muy exhaustiva, pues conozco muy de cerca la situación, por una paciente pariente mía, que sufrió todo tipo de vejaciones, pero me limitaré, por razones de espacio, a exponer lo más básico.
Derecho a la vida
Hay pacientes que quisieran morir antes de estar encerrados en un centro psiquiátrico, y esto constituye un trauma del que no se desharán jamás.
Derecho a la libertad
No se puede forzar a ningún paciente a entrar en un centro psiquiátrico en contra de su voluntad, a no ser que su dolencia generase agresividad y peligro público.
El paciente psiquiátrico no es un tonto, tiene una dolencia soslayable con pastillas, terapias de grupo, etc, que no implican un forzoso internamiento que él vivencia como un infierno.
Derecho a la justicia
Los jueces que pasan por los psiquiátricos no escuchan en absoluto al paciente. Le dedican menos de dos minutos. Cumplen un mero trámite, fiándose en absoluto de los profesionales médicos que tomaron la decisión del ingreso.
Derecho a la no discriminación
Hay una normativa en los hospitales psiquiátricos que todo paciente se ve obligado a leer y asumir. Sin embargo, no hay separación entre pacientes que muestran agresividad y pacientes que no la muestran. El secreto está en la etiqueta que le haya puesto el psiquiatra a cada paciente. Todo esto implica que el paciente se ve discriminado respecto a otros pacientes sin saber por qué.
Un paciente no agresivo al que se le prohíbe el uso de bolígrafos, cinturones, pertenencias íntimas, pinzas de depilar o un simple lápiz de ojos, no puede entender ni asumir que otros pacientes utilicen estos enseres pese a la normativa.
Derecho al contacto humano
Un paciente psiquiátrico tiene terminantemente prohibido tocar a otro paciente.
Desolado, triste, angustiado, necesita contacto humano, un poco de cariño para aliviar sus penas.
Derecho a la palabra, a la voz
Cualquier queja , palabra o simple expresión de un paciente psiquiátrico es tomada como la de un “loco”, y puede ocurrir que sea la idea más cuerda que se haya podido manifestar jamás.
Mi pariente gritó a los cuatro vientos que su compañía no pertenecía al hospital que le habían asignado, y le hicieron caso omiso. Cuando salió tuvo que pagar 14.000 euros por la estancia en el hotelito, que no le han sido devueltos. Un nuevo aguijón a añadir al sufrimiento.
Derecho a la medicación adecuada.
La paciente a la que me refiero se quedó sorda allí por una sinusitis, otitis, bronquitis y más itis. Le prescribieron unas gotas que en el psiquiátrico no le administraban con la excusa de no encontrarlas. A las tres semanas de estancia allí le dijo al psiquiatra: no moriré de locura , pero sí de este proceso sinusítico que me esta matando.
Derecho a la intimidad
Un paciente psiquiátrico puede tener necesidad de recluirse en su habitación, de estar enfermo y buscar calor, de no permanecer a la intemperie todo el dia junto a mocosos y babosos, que, dicho sea de paso le pueden dar asco y repulsión.
Derecho a la ocupación
No puede un paciente psiquiátrico no poder leer por ser perseguido por otro paciente que le quita el libro. No puede estar desocupado todo el día, sin más tarea que la de hablar con algún medio cuerdo que encuentre. No puede estar deseando a que llegue la hora de la comida para poder hacer algo productivo. No puede morir de aburrimiento.
Derecho a no ser maltratado
Por unas explicaciones en tono elevado con el médico, mi paciente fue recluida en una habitación aislada, desnuda, crucificada de pies y manos y sin esperanza alguna de salir de este trance. Un trato vejatorio y denigrante que acentuó sus ansias de salir inminentemente de aquel averno.


No deseo extenderme más para no aburrir en estos relatos tan aburridos. Sin embargo desearía fehacientemente que todos y cada uno de vosotros tomarais conciencia de esta doble situación: que un paciente psiquiátrico no es un loco, y que el ingreso en un psiquiátrico puede ser la peor de las soluciones a sus dolencias.
Checha, 18 de noviembre de 2018



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