martes, 13 de noviembre de 2018


Mar adentro



Desnuda, con los brazos abiertos,
saboreando la lucha del viento
contra su desmadejado pelo,
lamiendo gotas de sal
que la empujan hacia el mar,
ruega al cielo la escondida senda,
la extirpación de la duda,
deseo de que el instante
fuera eterno,
salvaje,
armonizante.

El rumor de las olas
hubiera aprehendido
para rugir sus temores
y cantarle libre al viento
sus más íntimos clamores,
desechar rencores,
desdichas,
sinsabores,
renacer cual primavera
en el medio de las flores
de ese inmenso océano,
cuya dirección cualquiera
es remanso y es marea,
apaciguado descanso,
realidad fuera de pliegues
de farsas y tanto engaño,
que hacen daño,
mucho daño.

Desnuda, ligera de equipaje
se adentra en la mar abierta,
mar adentro y adentro.
Una flor de loto
fue su último despojo.

Checha, 13 de noviembre de 2018





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